POESÍA de UNO: LA PRIMAVERA ME ALCANZÓ...

                                          Benito Panunzi: Plaza 11 de Septiembre, ca. 1867


La primavera me alcanzó a mitad de agosto

en el Puente de Liniers.

La “p” de “septiembre” finalmente

pudo ser vencida y cayó,

vencido setiembre mismo

por la tibieza anticipada.



La primavera había echado mano

de las tipas en la estación de trenes

y cruzando la Generalpaz

de los altos cipreses comía luz ,

cipreses que alegres se subían

al cielo sin parpadear.



Ella caminaba hacia el solsticio de verano

sin prisa alguna, las casas ya mostraban

la humedad al sol, ya había florecido

el aromo, crucé la frontera sin ninguna

querencia hacia donde muere el famoso “contexto”

y cambia la  “x”  por la “s” en La Gran Matanza .



De un  sol furtivo en pampa impasible

retuve el eco fantasmal de antiguos

troperos que se santiguaban al caer la oración,

sus tabacos armados comenzaron a brillar

en el momento en que la noche se trepaba al sol,

noche de satélites y galaxias de ninguna parte.



Me dije hay que evitar el término “vuelta”

por demasiado hernandiano, cuando el 88

veloz retornaba vacío y completamente

iluminado y sin música, conmigo adentro,

dejando atrás las tiendas  bolivianas , habiendo

atravesado ya las aguas hediondas del Maldonado.





Las pizzerías por ahí tienen nombres de fortines,

mangrullos solitarios en el Camino Real (ya nada es real

en la frontera irreal),el número 88 sigue hacia

el número 11 de una plaza, la noche ensalzaba

canciones cifradas en el descanso de las carretas,

aquella recova de manteros en duermevela.



En la Plaza Miserere las dominicanas que elevan voces

graves rápidas y altisonantes nunca se despiden,

un evangelista solitario con un megáfono

le habla al aire, pronto despuntarán las flores

del jacarandá, los pungas duermen como Rivadavia,

bajo el nocturno Salmo 51 cruzo la plaza y nada.

(CABA. 15 de agosto de 2016)

(Inédito)




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